Desde la Coalición Argentina por un Estado Laico
expresamos nuestra profunda preocupación por las graves afrentas al laicismo
de Estado que en los últimos días tuvieron lugar a partir de las
declaraciones y decisiones de funcionarios/as, legisladores/as y otro/as
miembros relevantes del espectro político.
Tras la elección del cardenal Jorge Bergoglio como nuevo papa de la ICAR, asistimos con
sorpresa a una serie de actos que ponen en tela de juicio el carácter
laico del Estado argentino. Si bien entendemos la carta enviada por
la Presidenta de la Nación en términos análogos a las
que se envían a otros jefes de Estado con motivo de su llegada al poder, no
podemos dejar de observar las circunstancias peculiares del caso, siendo
el cardenal Bergoglio una de las principales
figuras de la iglesia católica en nuestro país y, como tal, uno de los
mayores opositores a los derechos del colectivo LGBT, del acceso al aborto
en condiciones equitativas para todas las mujeres, de la enseñanza de
educación sexual integral en todos los establecimientos educativos del país,
entre tantas otras temáticas.
Por ese motivo, la rápida decisión de la
Presidenta de asistir a una ceremonia que, por cierto, también constituye un acto
religioso de un culto en particular requiere al menos de un trato muy cuidadoso a fin de preservar el carácter
neutral que un Estado Laico como el argentino debe sostener frente
a la
diversidad de creencias y convicciones. Esto requeriría evitar darle a
este evento la inusitada relevancia que estaría adquiriendo, tanto por
número como por composición,
con representantes del oficialismo y la oposición, sectores sindicales y
empresarios, entre otros, que integran la comitiva oficial, y que pone
una luz de alerta sobre el real significado de esta participación.
Más preocupantes,
por momentos casi increíbles, resultan las declaraciones de líderes de
diferentes sectores políticos como el ex gobernador Hermes Binner, que afirmó que Francisco I nos permite estar
nuevamente en el mundo , o Mauricio Macri,
quien dijo que esta es la noticia más importante de la historia para el
país , por citar sólo algunos.
Pero particularmente grave es la decisión del
Ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich,
de declarar asueto escolar el día martes con ocasión de la asunción del nuevo
papa. Resulta particularmente llamativo que el asueto se dirija
precisamente a niñas, niños y adolescentes, y que no haya sido declarado
para otros ámbitos; esto no puede de ningún modo considerarse una decisión
inocente. En un comunicado, el ministro afirmó que buscan que creyentes o no creyentes,
religiosos o laicos, se unan en una celebración compartida por la elección de
este eminente argentino, nacido, criado y educado en la ciudad .
Es decir que la Ciudad, en particular su
sistema educativo, manifiesta mediante esta norma su preferencia por un
culto promoviendo la celebración de un rito del mismo por parte de
quienes profesan otros cultos o ninguno.
Esta norma es abiertamente inconstitucional, por cuanto el art. 24 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires declara que La Ciudad asume la responsabilidad indelegable de
asegurar y financiar la educación pública, estatal laica y gratuita . Cómo
es posible compatibilizar esta norma con el principio constitucional de la
educación laica y garantías de orden federal como la de la libertad de culto
y de conciencia, escapa a nuestro entendimiento. Más difícil de entender
aún es cómo el mismo ministro que amenaza y estigmatiza a las y los
estudiantes que reclaman más y mejor educación porque sus protestas restan
días de clase, declara un día de asueto para la celebración de una ceremonia
religiosa a la que muchas y muchos no adhieren y en algunos casos incluso
rechazan. Resulta una acción no sólo inconstitucional sino que violenta la
constitución de tantas familias y tantas personas del sistema educativo.
En fin, con este antecedente, no resulta
sorprendente que la aplicación de la Educación Sexual Integral en la Ciudad
de Buenos Aires no avance como debiera.
Bien podría haberse utilizado ese día de clases
para debatir en las aulas sobre un hecho que, sin duda, posee una relevancia
en lo inmediato, para discutir sobre el significado del laicismo y de la
libertad de culto y de conciencia, y para ponderar las diferentes posturas
sobre este hecho sin duda de gran trascendencia, discutir las acusaciones
que recaen sobre el ahora papa Francisco de colaboracionismo o al menos
omisión con la última dictadura, su absoluto silencio mientras estuvo al
frente de la conferencia episcopal en el sentido de algo pudiera
mínimamente asimilarse a una autocrítica sobre el rol de la iglesia
argentina durante la dictadura, sus posturas sobre derechos sexuales y
reproductivos, su violento discurso contra la comunidad LGBT durante el
debate por el matrimonio igualitario y una larga lista de etcéteras.
Pero en cambio, la ciudad decidió una acción casi
proselitista de liberar a las y los alumnos para asistir a esta enorme campaña
que busca lavar la cara de la iglesia argentina y mundial y clausurar el
debate, actitud en la que debemos decirlo es secundada por buena parte del
espectro político y de las organizaciones sociales, y en particular por la
inmensa mayoría de los medios de
comunicación locales que han mantenido casi unánimemente una postura
nada neutral en esta cuestión.
Finalmente, debemos decir como la organización
diversa que somos, donde convivimos actores y actoras del ámbito político,
social y académico, con diversas posiciones ideológicas, partidarias e
incluso religiosas y en materia de creencias en general, que no tendríamos
nada que decir sobre la iglesia católica si no fuera por las actitudes más
arriba mencionada y por el hecho, por ellas puesto de manifiesto, de que la
iglesia católica ostenta aún hoy un enorme poder fáctico que actúa muchas
veces en las sombras y hoy mucho más claramente contra los derechos de
millones de argentinas y argentinos, y en particular contra la garantía
fundamental de un Estado verdaderamente laico.
Hoy más que nunca, llamamos a todas y todos
quienes compartan la convicción de que nuestro país debe emprender un camino
definitivo hacia el laicismo, a aunar fuerzas para avanzar en esta causa
que es la madre de tantas otras por las que aún debemos seguir trabajando.
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