martes, 19 de julio de 2011

El Derecho a la Salud y a la Identidad

Política Argentina

Claudia Pía Baudracco, coordinadora de Enlace Nacional de ATTA -Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina- y Secretaria de Mujeres Trans de la FALGBT, habló con Política Argentina a cerca de la necesidad de la sanción de la Ley de Identidad de Género, que permita a las personas trans gozar de los mismos derechos civiles que “el resto de ciudadanos y ciudadanas de primera clase”. La activista destacó la importancia de instalar el debate en la sociedad y reconoció que, tanto la Ley de Matrimonio Igualitario como las condiciones políticas actuales, allanan el camino para avanzar en la pelea por el derecho a la identidad.

“El proyecto que promueve la Federación Argentina de Lesbianas Gays Bisexuales y Trans, conjuntamente con ATTA, está dividido en dos partes: Ley de Identidad de Género y Ley de Atención Integral de la Salud para Personas Trans. Así, no sólo se habla de la reasignación de sexo, sino de poder construir nuestra identidad como psíquicamente la sentimos. Es decir, acceder a los tratamientos hormonales de feminización o masculinización y a las readecuaciones corporales”, explica Baudracco. De esta forma, se evitarían prácticas caseras, como la infiltración de aceites para uso industrial o la ingesta de hormonas, a las que se recurre dada la imposibilidad de llevar adelante un tratamiento guiado por equipos médicos.

“La ley también da una respuesta política a cuestiones que hoy quedan a expensas de terceros. Cambiar los genitales no lo debe decidir un juez ni un médico de las ciencias mentales, sino cada uno de nosotros y nosotras”, refuerza.

Un documento que no reconoce quién sos, silencia. “Cuando una persona no tiene identidad, se la presume culpable hasta que se demuestre lo contrario; mientras que para el resto de la ciudadanía, la presunción es de inocencia. Yo me puedo comparar con un expropiado de la dictadura militar. Para nuestro colectivo, sacar un DNI que dice que soy otra persona, significa quedar fuera del sistema”, dice Baudracco. Y su reclamo se evidencia en la vulnerabilidad a la que quedan expuestas las personas trans, ante la dificultad de insertarse en el campo laboral. “Cuando hablamos de derechos humanos, también nos referimos a la posibilidad de elegir en qué queremos trabajar y no al condicionamiento del trabajo sexual, que va de la mano de la trata y la explotación”, aclara.

“Actualmente existe una pluralidad de feminidades y masculinidades que ya no podríamos definirlas por los genitales biológicos de origen. Lo único que lee la sociedad y la cultura es lo que se transmite desde la psiquis hacia afuera”.

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