jueves, 19 de enero de 2012

‘‘Las penas para la Trata de Personas tienen que ser ejemplares”.


Por Yanina Faría para El Territorio.

Marcelina Antúnez. Fue coordinadora del programa municipal Luz de Infancia en la lucha contra el Tráfico y la Trata de niños, niñas y adolecentes, durante 6 años. Luego fundó su propia asociación civil para continuar ayudando a las jóvenes víctimas.

 
Puerto Iguazú, Misiones. Transcurría el año 1976 cuando Marcelina llegó a la ciudad de Puerto Iguazú para hacerse cargo de la dirección de una humilde escuela en el acceso a la ciudad. Joven y con muchísimas ganas de aportar sus conocimientos a la institución, Marcelina trabajó por más de 20 años en la tarea de educar, pero nunca se imaginó que iba a terminar siendo una de las referentes, en la triple frontera, sobre la problemática de la Trata de Personas.
La experiencia adquirida durante sus años de docencia la llevó a ser el perfil adecuado para hacerse cargo de un grupo tan importante como lo era “Luz de Infancia”.

Ella, junto a un grupo de profesionales, trabajó incansablemente para prevenir, en un principio, ese flagelo y en segundo lugar, para asistir y orientar a las víctimas. Como en todos los casos tuvieron que sortear muchos obstáculos, tantos, que hasta se llegaron a quedar sin un espacio físico y una ayuda económica para seguir adelante. Pero eso no fue impedimento para Marcelina, que con mucho esfuerzo y dedicación crearon la “Asociación Civil Amigos de Luz de Infancia” para continuar trabajando.

Hoy en día la asociación civil ya cuenta con 3 años de vida y ayudaron laboralmente y psicológicamente a más de 60 jóvenes.
Con muchas historias para contar, y mucho para alertar. Aseguró a El Territorio, que este trabajo no es una “tarea que se pueda hacer en soledad”.

¿Cómo llegó a trabajar en Luz de Infancia?

En el año 2004 hubo un llamado a concurso para coordinar un proyecto para la erradicación del trabajo infantil, entendiéndose como una de las peores formas de trabajo infantil la explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolecentes. Desde el 2002 había un comité multisectorial integrado por referentes de todos los sectores de la ciudad, y el programa Luz de Infancia debía continuar acompañando ese trabajo como una red de apoyo para hacer funcionar el programa. Me presenté llevando todos mis antecedentes y quedamos seleccionadas tres personas, luego en la entrevista lo que más impactó fue mi trabajo durante 30 años en la ciudad, perfil que buscaban para el puesto. Me hice cargo del programa en agosto del 2004 por un año, con un equipo técnico que ya estaba trabajando con el comité: la psicóloga Roxana Aquino, la trabajadora social Mónica Benítez, el asesor legal Carlos Riedi y la profesora Claudia Aguirre.

¿Cómo trabajaron ese primer año?

Apenas instalamos la oficina no pudimos hacer tal cual la planificación porque nos empezaron a llover las denuncias, la gente se acercó y allí fue donde tuvimos que empezar a dar respuestas. Nos llegaban casos de chicos en situación de abandono, situación de calle, abuso intrafamiliar, que es lo que más abundaba en ese momento (y continúa) junto a la explotación sexual. Y comenzamos a reunirnos con el comité para encarar los proyectos, por un lado teníamos que hacer prevención, contención y atención a las víctimas que es y sigue siendo lo más difícil, y por otro lado ver que esos delitos sean penalizados como corresponde. En ese momento no teníamos el elemento fundamental que era la Justicia porque no estaban creados los juzgados en la ciudad, por lo que íbamos a Eldorado.

Las charlas y capacitaciones las fuimos haciendo en acuerdo con los directores de las escuelas, porque primero queríamos empezar con las escuelas donde hay mayor concentración de niños y adolecentes y que los docentes sepan del tema, pero siempre abarcamos los niños hasta los 18 años.

Las víctimas empezaron aparecer, incluso la Policía las traía, y cuando desde el Ministerio se enteraron que yo traía a las víctimas a mi casa particular, porque no había un lugar, se habló con la OIT (Organización Internacional del Trabajo), para crear un albergue aunque sea chico para alojar temporalmente a las víctimas hasta tanto se resuelva la situación judicial de cada una de ellas. Y así fue como se destinaron los fondos para la creación del centro de atención integral. El Ministerio de Trabajo con fondos de la OIT construyó el centro y el terreno fue cedido por la Municipalidad.

¿Cómo fue que la Municipalidad se hizo cargo del programa?

Al año de trabajo, el 1 de noviembre del 2005, el Ministerio de Trabajo se retira del programa, pero antes de eso, en febrero del mismo año, se hace un convenio con la Municipalidad donde el Ministerio deja el centro funcionando y a cargo de la Municipalidad quedaba la continuidad del trabajo y el mantenimiento, tanto del centro, como del equipo técnico que estaba trabajando, o sea que se tenían que hacer cargo de los sueldos….

¿Por qué razón ustedes y el equipo técnico dejaron de trabajar en el programa?

En julio de 2010 el intendente Claudio Raúl Filippa, nos manda una carta a documento diciendo que ya no se disponía de los fondos para que continúe funcionando el programa Luz de Infancia, cosa que nosotros discutimos mucho porque los fondos estaban aprobados en el presupuesto municipal por el Concejo Deliberante y teníamos previsto para el funcionamiento de todo el año. Hubo muchísimos problemas por la falta de pago de haberes al equipo técnico, sobre todo porque era muy difícil mantener funcionando un equipo de gente y que no cobren sus haberes. Esa situación duró hasta esa fecha, pero el tema de la falta de haberes ya venía acumulándose, a veces pasaban tres meses y nos pagaban un solo mes.

De todas maneras ustedes dejaron de trabajar en Luz de Infancia, pero crearon su propia asociación civil, ¿no es así?

Sí, en el año 2008, como veíamos que no podíamos hacer todo lo que teníamos pensado porque no había fondos y las víctimas seguían apareciendo. Llegó un momento en que necesitábamos pasajes, como darles de comer, mantener el centro funcionando. Así que en diciembre de ese mismo año se creó la Asociación Civil Amigos de Luz de Infancia, de la cual soy presidente, integrado por todo el equipo técnico y muchas personas referentes de diferentes sectores de la ciudad, sobre todo docentes.

¿Qué casos son los que más hay en la ciudad?

Los casos que nosotros más atendimos fueron los de violencia intrafamiliar, explotación sexual-laboral y casos de trata, en ese orden. Las víctimas se acercaban a nosotros y como nos conocían por referencias nos decían a dónde estaban. Algunas veces tuvimos éxito cuando nos acercamos y otros casos no, se negaban. Los casos de abusos nos llegaban casi todo los días, desde la Comisaría o los mismos vecinos de las víctimas nos informaban.

¿Cómo está la infancia de Puerto Iguazú?

Hace falta mucho todavía, siempre pienso que hay chicos en situación de calle o abandono por dos razones: primero porque tenemos las adicciones a las drogas, el alcoholismo tan al alcance de la mano y por otro lado, porque la misma cantidad de gente que circula hace que el dinero que los turistas entregan a los niños sea un atractivo más para los chicos que están en situación de calle. Hay mucho chicos, inclusive aborígenes, hay familias enteras. La situación es mala, muy mala, se mejoró, se avanzó, pero no hay continuidad en los trabajos. Nosotros teníamos registrados más de 100 chicos en situación de calle, pero depende de la temporada, a veces hay más chicos que vienen de otras localidades.

¿Y en relación a la Trata de Personas?

Acá en Iguazú nosotros detectamos 40 casos de chicas de trata y chicas que han vuelto de diferentes prostíbulos, había más de 200. Tuvimos el caso de una niña que fue secuestrada de la vereda de la escuela donde asistía, llevada a Paraguay, pero con la intervención de la Policía de allí pudimos rescatarla. Hubo casos de jóvenes que fueron llevadas a Gualeguaychu (Entre Ríos), pero también hay muchos otros casos donde no se hicieron las denuncias correspondientes por temor o porque no quieren ser identificadas… es que tienen sus hijos en la escuela y no quieren pasar por esa situación.
El perfil de la víctima de Trata es muy particular, porque son personas que no se recuperan totalmente, siempre tienen altibajos y lamentablemente necesitan la contención psicológica de por vida. Algunas me decían que viajan por invitación porque en los boliches hay gente reclutando, para trabajar en La Pampa y me decían ‘sabíamos que íbamos a ir a bailar a una wiskería, pero no que nos iban a retener los documentos y nos iban a prostituir’. En cada allanamiento que hacen siempre hay chicas de Misiones, lamentablemente nosotros como todos el resto de Misiones somos proveedores y siempre se están rescatando. Reciben ofertas para trabajar de domésticas o en restaurantes y cuando llegan allá se encuentran con otra realidad.

¿Incide el hecho de vivir en la Triple Frontera?

Yo pienso que la Triple Frontera facilita mucho, es un elemento facilitador. Porque el año pasado a través de la asociación nos pasamos el año colaborando con el Consulado Paraguayo porque hubo muchos casos de chicas de Paraguay que cruzaron por nuestra frontera exhibiendo cédulas de identidad de parientes, chicas de 14 años que decían tener 18 años. Una vez que cruzan es muy difícil detectarlas. Saben que cruzan por esta frontera porque llaman a sus familiares y avisan. Lamentablemente vienen sin alerta y el problema grave es que la mayoría no habla castellano, chicas que muchas veces no saben para donde van y qué van hacer. Esto ocurre en todas las fronteras, incluso hablando con personas de las fuerzas federales me contaban que la salida del país de las chicas argentinas no es por Ezeiza, porque está muy controlado, sino que es por el Sur del país, salen de diferentes aeropuertos porque los controles no son tan exigentes.

¿Por qué muchas veces los padres no denuncian?

Eso es algo que aquí en nuestra ciudad generalmente no hay, y muchas veces es a causa del dinero que reciben. Por ejemplo, teníamos el caso de una nena que fue a trabajar de niñera a La Pampa, la familia durante 6 meses recibió dinero de la nenita que supuestamente trabajaba de niñera y cuando recibió una paliza en el prostíbulo donde trabajaba y fue a parar al Hospital, el médico se dio cuenta que esa nena no tenía 18 años sino 16, el se dio cuenta que el documento era trucho, ahí llamaron a la madre y ella se enteró que trabajaba en un prostíbulo. Historias como esas hay muchas…

¿Hay que endurecer las leyes?

Hay que cumplirlas y las penas no pueden ser de 4 o 10 años cuando sabemos que a los dos años ya están de vuelta. El caso de Gualeguaychú, a los reclutadores, que en ese momento no estaba vigente la ley de Trata, se les aplicó el Código Penal y las penas iban de 6 a 8 meses, entonces en menos de un año estaban todos afuera. Por eso muchas chicas no quisieron ni denunciar. Nosotros trabajamos desde abajo, ya con la víctima que regresó y la prevención que se hace es poco y nada, faltaría capacitación, prevención y está fallando la parte judicial, la penalización. Las penas tienen que ser ejemplares, cuando hay tanta gente involucrada ellos se sienten impunes y hay una impunidad total en este tema.

¿Qué opina sobre la penalización de los clientes de trata de personas?

Cuando hay un allanamiento siempre van presos los perejiles, nunca el dueño del prostíbulo. El tema está en que acá estamos hablando, lamentablemente, de oferta y demanda, el consumo de niñas está generalizado en todo el mundo, o sea que cuanto más chiquita es más se paga. Toda esa gente, pedófilos, explotadores, abusadores, tienen que ser castigados y penalizados como corresponde porque no estamos hablando de gente adulta que ejerce la prostitución, sino de niñas y adolecentes explotadas. Esto no va a terminar porque siempre hay alguien que está ofertando…

¿La pobreza tiene mucho que ver?

Estar en una situación de pobreza con tanta carencia y necesidades muchas veces hace que las chicas accedan a las propuestas. A mí me decían las chicas que le ofrecían para ir a bailar en el caño, que a lo mejor después podían entrar a algún programa de televisión. De pronto le despiertan todo el interés que ellas no lo manejan. La pobreza, la falta de trabajo, de oportunidades y capacitación, lamentablemente ayudan y mucho a la hora de tomar una decisión así.

¿A nivel provincial qué se puede hacer?

La provincia en general para mí es pobre. Hay una brecha muy grande entre la gente trabajadora, profesionales y la gran parte de la población que es muy pobre, que no tienen acceso a la educación y al trabajo. Gente de las colonias, sin ir más lejos, el primer caso de Trata que atendimos fue de chicas jóvenes de la colonia de San Pedro que se vinieron a Eldorado buscando trabajo y de allí las reclutaron y las llevaron a Foz de Iguazú. Falta dar mayores posibilidades a la gente de las colonias y los campos. El Gobierno tiene que tomar las riendas de este tema porque esto no se va a terminar así nomas.

¿Y cómo se puede empezar a trabajar para erradicar este delito?

Esta es una decisión gubernamental, que este delito se tiene que terminar, que la droga tiene que erradicarse, las chicas tienen que capacitarse. Un mínimo de control en las rutas, las chicas menores viajan sin problemas. Es todo un panorama hacer atendido. Pero también ante todo necesitamos de la prevención y no cansarse.
Difusión, trabajar en diferentes barrios con las madres y sus hijas..., todos se tienen que involucrar. Porque cualquiera puede ser víctima de Trata.


El perfil

• Marcelina Antúnez

Tiene 59 años y es oriunda de Apóstoles.
Durante 30 años ejerció como docente y directora.
Fue elegida en el año 1993 como convencional constituyente para la creación de la Carta Orgánica Municipal.
Trabajó durante 5 años en la conducción del programa municipal Luz de Infancia.
Actualmente es presidente de la Asociación Civil Amigos de Luz de Infancia.
En el año 2011 ganó el premio Mujer Solidaria de la fundación Avón.
Forma parte de una red de trabajo en contra de la explotación sexual y trata de jóvenes, de la Triple Frontera.
Integra la red No a la Trata de todo el país.



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